El Día que mi Vida Cambió: Un Diagnóstico de Cáncer
Recibir un diagnóstico de cáncer es una experiencia que cambia la vida. Pero escuchar, “OH PARECE QUE TIENES LA HORMONA DE EMBARAZO ALTA” al mismo tiempo, es otra cosa. La noticia se convierte en algo aún más difícil de procesar. Ese fue mi caso, y quiero compartir mi historia con la esperanza de que inspire y ayude a otros que puedan estar pasando por un momento similar.
El Momento del Diagnóstico
Todo comenzó con pequeños síntomas que, al principio, no parecían alarmantes. Pero un día, durante una mañana cualquiera, sentí una especie de corriente recorrer mi cuerpo, una sensación inexplicable. Fue como si mi cuerpo me hablara, guiándome a tocarme bajo la axila izquierda. No puedo describirlo completamente, pero fue algo que mi intuición, esa "corazonada" interna, me indicó. Fue así como descubrí una pequeña bolita que se movía. Entonces, decidí ir al médico.
Cuando me revisaron, me dijeron que "no era nada" y que regresara a casa, que practicara meditación y que redujera el estrés. Según ellos, tal vez era algo relacionado con mi sistema inmunológico y que desaparecería por sí solo. Me recomendaron regresar en seis meses.
Al llegar a casa, llamé y hablé con mis padres. Como buena peruana, en mi cultura solemos seguir los consejos de nuestros padres, y ellos no dudaron en decirme: "Eso no sale de la nada, regresa y pide que te hagan un ultrasonido para saber exactamente qué es". Y la verdad, si no hubiera escuchado ese consejo, no estaría aquí contándote esta historia.
Volví al mes siguiente y me vieron dos doctores diferentes. Me cuestionaron por regresar tan pronto y me recordaron que debía esperar los seis meses. Pero en ese momento decidí no darme por vencida y les dije: "No me voy a ir a menos que me den un papel que diga que esto que siento no es nada y que, cuando regrese en seis meses, sea usted quien me vea".
Esa actitud cambió todo. La doctora me miró y me dijo: "¿Un ultrasonido te haría sentir mejor?". Le respondí: "¡Claro que sí!". Y así fue como finalmente me hicieron el ultrasonido. Ese fue el primer paso hacia la verdad.
Dos semanas después me lo confirmaron: tenía cáncer de mama. Lo frustrante de todo esto fue que, si no hubiera abogado por mí misma, nunca me habrían hecho el ultrasonido. Lo que empezó como una consulta de 20 minutos, terminó siendo una cita de dos horas con un especialista en cáncer de mama. Este cirujano me dijo: "Lo que siento es cáncer de mama, por cómo se mueve y su tamaño. Pero, como no estoy dentro de tu cuerpo, te haré todas las pruebas necesarias para confirmarlo".
En ese momento, me sentí desorientada, como si el mundo no tuviera sentido. Todo se sintió irreal. Fui al ultrasonido, la mamografía y la biopsia. Dos semanas después, recibí la llamada que nadie quiere escuchar: era cáncer de mama.
Fue muy duro, especialmente después de haber escuchado antes que "no era nada". No sabía cómo procesar la información ni qué creer. A partir de ahí, comenzó otro reto: ¿cómo decirle a mi familia, que estaba en Perú y no tenía visa para venir a verme? ¿Cómo contarle a mi esposo esa misma noche?
Lo que aprendí de esta experiencia fue invaluable: el poder de nuestras emociones, de nuestros sentimientos, y sobre todo, el poder de la mente. Aquí quiero que te lleves algo importante: Tú eres la única que sabe cómo se siente tu cuerpo. Ni el doctor, ni tu psicóloga, ni tu esposo, ni tu familia lo saben mejor que tú. Tú eres la experta en tu propio cuerpo.
Y algo más: usa tu voz. Si sientes que tu doctor no te escucha, cámbialo. Hay otros doctores con los que puedes trabajar. Aboga por ti misma, porque si no lo haces, nadie lo hará por ti.
En los próximos blogs seguiré compartiendo mi historia contigo.
En estos posts encontrarás mi historia y serie de información espero sea útil.